lunes, 30 de mayo de 2011

EL CASTOR



Por: Pilar Alberdi

Así de simple: me gustó. Mucho. Como para ponerme en pie al final y aplaudir. No lo hice, claro. No fueran a pensar que yo también estaba dominada por un castor...
El castor, con guión de Kyle Killen y dirigida por Jodie Foster es una película impactante. La excelente actuación de Mel Gibson da credibilidad al personaje del castor, tanto como a sí mismo. El acompañamiento de Jodie Foster, Anton Yelchin, Jennifer Lawrence, Riley Thomas Stewart hacen el resto.
Se podría decir que cuando se retrata a una familia en crisis se retrata a cualquier familia en crisis. Y hay familias cuya vida es así a todas horas y todos los días. Un pequeño infierno. Aquí tenemos un ejemplo. Walter Black (Mel Gibson) está depresivo. La primera visión del actor en pantalla con los hombros quietos como una percha y los brazos caídos, da perfectamente el tipo de una persona deprimida y medicada. Hay aletargamiento, embotamiento.
Desde que se encuentra en esa situación ha abandonado su trabajo. Es propietario de una fábrica de juguetes a punto de quebrar, mientras él se dedica a dormir todo el día a causa de la medicación. Para activarse: bebe alcohol a escondidas.
La situación familiar ha llegado a un punto agobiante, y el hijo mayor se alegra cuando la madre (Jodie Foster) le pide a su esposo que abandone el hogar. Él recoge unas pocas cosas, entre ellas, alguna de su niñez, una marioneta con forma de castor. A partir de este momento vivirá una fuerte crisis. Y a punto de perder la vida, la marioneta toma el timón de su vida. De este desdoblamiento en el que vemos al verdadero Walter, saldrá la fuerza que lo impulse a ponerse en marcha otra vez, aunque para los demás signifique creer que se ha agravado su estado mental. Sin embargo, ha vuelto a la vida. Su parte sincera, aquella que estaba ocultando bajo un «falso yo»: el de esposo ejemplar, empresario perfecto, sale a la luz.
Me gustaría explicar aquí el papel del castor. Aunque no se diga, y eso es lo bueno de los guiones tan trabajados, que no han querido ponernos un flash back para mostrarnos la relación en el pasado del niño Walter con el Castor, ni lo que ocurría en su familia de origen, el castor hace de «objeto mediador». Ese castor ha debido tener gran importancia en su pasado, ya que descubrimos que lo ha guardado toda su vida. Y aunque me estoy extendiendo en este tema que no es objeto de la película, lo es implícitamente, ya que pertenece a la biografía psiquica y física del protagonista.
¿Qué es un «objeto mediador»? Aquel con el que el niño se relaciona mientras se va distanciando de la unidad tan estrecha que formaba con la madre. Puede serlo un chupete, un dedo que se lleva a la boca, cualquier peluche, una simple tela, en fin, algo a lo que el niño recurre como compañía y que le resulta imprescindible. Se dice que todo esto está relacionado con el destete, en el sentido de que es una separación de la madre, de quien durante los primeros meses de vida, el bebe no se siente diferente. Cuando se lleva a los bebes a las guarderías, muchas veces se deja también una ropa de la madre que tenga su olor para que le sirva de compañía. Cuando el niño crece, los objetos mediadores crecen con él, y puede aparecer un amigo invisible. Hay identificación con personajes de dibujos animados. Aparece la lectura, y el juego, se manifiesta como otra forma de recomponer el mundo.
Según los psicoanalistas estos objetos reales o ficticios lo defienden de la presencia de la autoridad (padre) y del mundo que relacionan con el paso a otra forma de vida en donde aparecen las restricciones, las normas, y a causa de todo ello, la inseguridad. De repente, hay que hacerse mayor. Pero, lógicamente, ni todas las condiciones son las mismas, ni lo son todas las familias. ¿Se han puesto a pensar cuántos «no»recibe un niño hasta cumplir sus 2 años, y después....? Es verdad que también recibe muchos sí, pero lo cierto es que los «no» son mayoría, y se basan en la necesidad de proteger y de educar al niño.
Melanie Klein, discípula de Freud, escribió una teoría muy interesante sobre los «objetos relacionales» y explicó su función reparadora, incluso en el caso de los adultos, hablando del arte y la escritura. (Podríamos decir que también tenemos este sentimiento reparador cuando vemos una película o cuando leemos un libro que nos satisface, y también en otros muchos casos). Winnicott, por su parte, explicó la noción de «objetos transicionales».
Pero ¿de qué hablaba el pequeño Walter con su Castor? Eso no lo sabremos nunca, pero he aquí que el castor ha regresado como un verdadero superhéroe para salvarlo.
Si miramos la vida del hijo mayor de esta familia, se encuentra en una posición incómoda. Se siente avergonzado por las actitudes de su padre, al que critica y del que se mantiene distante. En otros momentos es un estudiante, con una familia en crisis, y un hobby, le gusta escribir. ¿Qué consigue escribiendo? Pues, lo mismo que el padre con el castor, hace uso gracias a su imaginación y su intelecto de un objeto reparador. Es verdad que no puede cambiar el mundo en que vive, pero lo intenta. De hecho, como está cerca de la verdad, aunque le duela, hasta podrá ayudar a una compañera.
Qué tiene la madre mientras tanto para llevar adelante su vida: su trabajo, la preocupación por su familia, y esa depresión del marido de la que ocuparse. A veces, la enfermedad de una persona de la familia, por las preocupaciones que supone para todos sus miembros, aleja de la vista el verdadero problema que está en la base de esa enfermedad, y da sentido al día a día.
¿Y el hijo pequeño? De repente, tiene la suerte de volver a tener un padre activo, que le presta atención cuando el Castor (la sinceridad) a logrado ponerlo nuevamente en el camino de la vida.
Decía Tolstoi —lo dice en la novela Guerra y Paz— que todas las familias felices son distintas, mientras que las infelices son iguales. Y es así, porque en las familias infelices impera la falta de sinceridad. Las estructuras, las pautas relacionales, los esquemas de conducta se parecen. Hay temas de los que no se habla, hay acuerdos implícitos sobre ciertos problemas, hay coaliciones entre los integrantes. Si estas coaliciones son entre personas de distintas generaciones, se las cataloga de «aberrantes», pues hay un intercambio de roles. Hay instantes en esta película en que el hijo mayor parece el esposo de la madre. Todo eso, podemos verlo aquí, en esta película, El Castor. Una historia interesante en donde se ve como una generación afecta a otra si los comportamientos dolorosos no se reparan o comprenden a tiempo. El hijo mayor de Walter cree odiar tanto a su padre, como su padre odiaba al suyo, y así sucesivamente.
Dice Robert McKee en su libro El guión, que es un axioma en Hollywood, la opinión de que «toda película trata de lo que ocurre en sus últimos 20 minutos». Punto en que el «último acto y el climax deben constituir la experiencia más satisfactoria de todas». Esto no lo he sentido yo en el final, pero me vale con lo que he visto en los otros 90 minutos. Creo que a mucha gente le servirá esta película para darse cuenta de que, a veces, la enfermedad es un camino terrible a cambio de no ser sinceros, tal vez, a cambio de la intención de mantener la unidad de la familia.
Una excelente película que dejará huella, y seguro se llevará más de una nominación a los Óscar.

martes, 17 de mayo de 2011

AGUA PARA ELEFANTES



Por: Pilar Alberdi

Agua para elefantes, película recién estrenada del director Francis Lawrence, con guión de Richard La gravense, basado en la novela de Sara Gruen.
Quizá el comienzo nos parezca lento, pero la acción se acelerará antes de que nos demos cuenta.
El cartel de la productora nos regala una imagen romántica, que no se corresponde con la crudeza del film. Sin embargo, nos sentiremos gratamente sorprendidos por algunas escenas. Y comprenderemos que muchas veces, para conseguir el amor de tu vida, hay que luchar y hay que aponerse a la adversidad. El premio es ese amor, es decir,: la responsabilidad sobre ese amor para toda la vida... ¡Vaya lo he dicho! Debe quedar un poco anticuado hoy, pero un gran amor es eso, el deseo de seguir adelante juntos. ¿O no es por ello que gustan películas como Titanic, Memorias de África, Casablanca, Prety woman, y un largo etcétera?
En este caso, Jacob, ha tenido que abandonar los estudios de veterinaria, precisamente, en tiempos de la Gran Depresión, esa época no tan lejana para norteamérica en que hombres solos y familias enteras deambulaban recorriendo el territorio a la búsqueda de trabajo y de algo para llevarse a la boca. El drama, no sólo incluyó la caída de las acciones en la bolsa, sino que coincidió con una climatología adversa que afectó a las cosechas, situación que supo describir muy bien el escritor John Steimbeck, en su libro (también pueden ver la película) Al este del edén.
La figura de Jacob, la representa, el actor Robert Patinson. El de Marlena, la amazona, que realiza con los caballos el espectáculo estelar del circo, la actriz Rese Withersponn. Ambos tendrán que descubrir primero, que lo suyo es amor, y luego defenderlo.
Mientras tanto, intentará desviar esta atracción, August (Christoph Waltz), director-propietario del Circo de los hermanos Benzini, y esposo de Marlena, con quien se ha casado cuando ella era una jovencita y a quien ha moldeado a su gusto, y de la que espera, ¡cómo no!,siempre su asentimiento, consiguiéndolo de un modo pacífico o violento.
Si algo tiene esta obra es un alegato contra la violencia, no diré machista o sólo machista, porque la violencia es algo que este personaje y muchas personas en la realidad, presentan a los demás por creerlos vulnerables e inferiores. Y la violencia, siempre, ya sea verbal, la base sobre la que se suele asentar o, exclusivamente física ,se ejerce contra alguien al que se considera débil.
Aunque no se dice, ni se muestra en flash back un recuerdo del pasado de August, es lógico pensar que este hombre fue criado bajo el imperio de la violencia, y que siendo la única forma de relacionarse que ha conocido, y siendo además aquella por la que ha visto que otros conseguían «reconocimiento», la aplique en su vida. Maltrata, manda dar palizas porque no le faltan secuaces, y aunque parezca ilógico todo esto lo hace buscando aquello que en nuestro interior deseamos todos, el amor; sólo que él lo confunde con sometimiento y obediencia ciega.
Una persona violenta, se cree dueña de la vida de los demás. Cuando August ha bebido puede ser encantador o puede llegar a mostrar su crueldad y su poder, sintiéndose además de dueño del circo, dueño de la vida de las personas y de los animales que lo rodean. Por eso, los seres que están cerca nunca saben cuándo será ni por cuál motivo, el próximo momento en que estallará. Y no hay nada que cause más impacto que la sorpresa para hacer llevar a los demás una vida de estrés en el filo de la cordura. Cuando permanece abstemio, vemos como utiliza la negación para ocultarse a sí mismo que es un ser ruin, violento y cruel, proyectando el hecho sobre quienes lo rodean: Marlena y Jacob, los trabajadores, los artistas, y hasta los animales del circo.
Es un hombre que no repara en medios para conseguir los fines que se propone, por tanto, un hombre vil y deleznable.
Acostumbrados a las terribles cifras de mujeres maltratados por sus parejas, el hecho no nos parecerá extraño, al contrario, nos parecerá, lamentablemente, demasiado cercano, pero sí podremos verlo aquí con toda su crudeza. Ella podría escaparse, está tan libre como esa elefanta preciosa de nombre Rosi, pero para hacerlo tiene que ser capaz de salir de esa situación, y gran parte de la trama de la película se basa en ese hecho. ¿Hasta dónde es soportable una situación en que no sabes cuándo tu pareja va a parecerte el hombre más maravilloso del mundo o el más cruel? ¿Hasta qué punto los celos podrán devorarlo, creando muchas veces con ese recelo lo mismo que teme? ¿La bebida es sólo evasión o es una forma de exaltación que lleva a la negación de lo que uno es, y a ver a los demás como simples propiedades?
Por último, también está retratado el tema de la soledad de los ancianos que viven anclados en su pasado. Personas a las que los demás tratan como a niños, y sobre los que todos se sienten con derechos pero pocas veces con deberes. Esos ancianos fueron jóvenes, y cuando estaban a la vanguardia de la vida sintieron momentos de gloria luchando por sus estudios, el amor, el trabajo, la formación de una familia, el futuro de los hijos, y ahora, en su vejez, observan unas veces con admiración y otras con abatimiento, que los jóvenes que ahora libran esas batallas son sus hijos, y que no tienen tiempo para ellos.
Como ven, se trata de una película fuerte, directa e intensa, de la que podemos aprender mucho. Además comprenderemos cómo se desarrollaba la vida en los circos de la primera época del siglo XX y nos deleitaremos con algunas entrañables imágenes de actuaciones con animales y personas.

domingo, 1 de mayo de 2011

THE COMPANY MAN



Por: Pilar Alberdi

Escrita y dirigida por John Welle, cuenta en el reparto con actores como Ben Affeck, Tommy Lee Jones, Crhis Cooper, Kevin Kostner.
La película logra estimular la mente y los sentimientos del espectador porque toca un tema de actualidad como es la crisis económica, causada desde los centros financieros y la banca, con graves consecuencias para la vida de las personas, ya que algunas grandes empresas, antes que perder valor, despedirán a un alto número de empleados, y no necesariamente porque hagan una traslocación de la empresa llevándosela a otro país donde los costos de producción sean menores. Realmente resulta sorprendente que frente a los antiguos sistemas nacionales de protección, hoy los estados no digan nada sobre las prácticas nocivas de las grandes corporaciones.
La película nos afecta porque lo que les pasa a los protagonistas puede pasarnos mañana o ya nos ha sucedido, o lo vemos en alguien de nuestro entorno.
Cuando lo tienes todo te crees todo. La verdad es que esta frase me ha salido redonda, pero es cierto: cuando lo tienes todo te crees todo, porque necesitas creerlo. El joven Bobby Walker ha luchado por alcanzar el puesto que ostenta y que le permite tener una gran casa, un porche, y ser socio de un importante o, mejor dicho, carísimo y elitista club de golf.
De repente, se queda sin trabajo. Y pasa de ser importante a no ser nadie, y a trabajar cuando ya no le quedan más opciones para un miembro de su familia política del que se burlaba. La única que asume la situación de un modo realista es su joven mujer. Ella tiene claro que deben comenzar a desprenderse de lo que no pueden pagar.
Para él comienzan dos viacrucis, el de aceptar su situación y el de encontrar un nuevo trabajo. Pero como tienen una buena relación de pareja, la estabilidad se mantiene, y sus hijos saben que sus padres están luchando para salir de la situación. También la sufren, por supuesto, un niño o un adolescente es enormemente sensible, pero no por las consecuencias económicas, sino porque perciben el drama, especialmente en el padre.
No sucede lo mismo con otros dos desempleados que son mayores. Cuando el que tiene cerca de 60 años se ve abocado a recibir consejo sobre su futuro laboral, entre otras cosas le indican que se tiña el cabello y que borre algunos datos de su currículo Y cómo ha pasado de ser alguien importante le extraña que la mujer que se lo dice, además, y como si ya fuera poco agravio lo anterior (lo siente como agravio porque tiene la moral por los suelos...), lo tutee.
El tercer desempleado será Gene McClary (Tommy Lee Jones), uno de los socios fundadores de la compañía. Por un lado queda en el paro por disidencia con un socio con más poder en el consejo, lo ha dejado en evidencia varias veces, pero por otro, es como si su ética lo hubiese conducido a ese fin. No es que quede mal económicamente porque sus acciones valen millones. Digamos que es un rico que se ha quedado en el paro. Decirlo así, ya causa extrañeza.
Como tampoco quiero contar toda la película porque acaba de estrenarse, y como estoy segura, además, de que el tema pasará inadvertido, me parece importante señalar la realidad de los matrimonios de los desempleados de mayor edad. En el caso del socio fundador su mujer dedica sus días, según lo poco que nos muestran a hacer compras carísimas e irse de vacaciones. Sus hijos ya son personas independientes. En el otro caso, vemos una mujer con tendencia a enfermar, y en las pocas ocasiones que se la muestra aparece recostada, sea porque esté con jaqueca o dormitando. Lo de tendencia a enfermar, desde luego, es una inferencia mía, porque muchas personas al no poder solucionar ciertos problemas acaban evidenciándolos a nivel psicosomático, y creo que esto es lo que se ha pretendido mostrar o lo que yo he querido ver. De las jaquecas se suele decir, que significan que a nivel sexual hay insatisfacción. Hay una hija en la casa, y no se aclara si hay más hijos.
Uno de estos hombres tiene una amante. Del otro no se nos dice nada sobre este tema. En ambos casos y en el de sus esposas son personas que ya están en la andropausia y la menopausia con todas las consecuencias que esto pueda significar.
Eran hombres poderosos cuando podían decidir y tenían proyectos, cuando imaginaban nuevas fusiones de empresas; disfrutaban con la subida del precio de sus acciones en la bolsa, pero a la hora de la verdad, son lo que son para el mercado laboral: personas en paro, mayores, y en uno de los casos, además molesta, porque ¿puede haber algo que incomode más a otros que una conciencia que intenta tomar en cuenta los dos lados del problema?
En la vida de estos hombres mayores, ellas, han sido las compañeras, seguramente se han amado, han tenido hijos, pero no tienen otra ocupación, al menos no se muestra que la tengan y, probablemente, han hecho grandes esfuerzos psicológicos para ocupar su tiempo de algún modo, y sobre todo para dar sentido a sus vidas, cuando los hijos se han marchado de casa. Lo que habitualmente se conoce con el nombre de «el síndrome de nido vacío».
En el primer momento, cada uno de estos hombres acabará resolviendo su tema de una manera. Finalmente veremos lo que fue de cada uno.
Lo que vemos es que a los hombres se les enseña a ser fuertes, duros. Se sienten con enormes responsabilidades. Se los prepara para afrontarlos y reciben este modelo en su propia casa. Es verdad que las cosas han cambiado, pero en ciertos aspectos, poco. Se esperaba de ellos que cumplieran el papel protector antes, y se lo espera ahora.
De ellas, probablemente, se habrá dicho que no trabajaban, porque trabajar para nuestra extraña e injusta sociedad es ir a cuidar los hijos de otros. Entonces sí, cuidar los hijos es un trabajo, pero no cuando se trata de los propios.
Decía al principio que es una película que activa las emociones, y de hecho, un espectador que estaba una fila por delante estaba inquieto como si lo estuvieran pinchando, acabó sentado en el borde del asiento, y pensé que en cualquier momento se levantaría y se iría. Pero aguantó hasta el final. Quizá, el tema le tocaba demasiado cerca.
Del mismo modo que no hay dos personas que lean el mismo libro, tampoco hay dos personas que vean la misma película. Las personas jóvenes se centrarán en la pareja joven. Las personas maduras como es mi caso y el de mi acompañante podemos vivir de nuestros recuerdos juveniles pero también por experiencia de vida situarnos en la de los mayores.
Y, seguramente, mucha gente que vaya a verla percibirá esa soledad de a dos en pareja, en la que la las horas de dedicación al trabajo que ayudaron a sacar adelante una familia, también han sido fuente de separación y alejamiento, y de no-reencuentro.
A mi acompañante no le conformó que la película acabase bien, no hay más que ver la economía como está. Pero en cualquier libro de teoría de guión cinematográfico te dirán que es el final perfecto, que al espectador no se lo puede dejar sin alguna satisfacción. Pues eso.